lunes, 28 de diciembre de 2015

Cosas que hacía cuando chico y agradezco haber dejado de ser tan aweonao. - Parte 1.

      Una vez cuando chico (como 5 - 6 años) mi viejo me pidió que le hiciera un café (éramos de esas familias vanguardistas que han tenido hervidor de agua como desde hace 20 años, aunque a veces igual nos ponemos hipster y sacamos la tetera de te), y me equivoqué, y en vez de echarle 3 cucharaditas de azúcar (porque hola diabetes), le eché 3 de sal (hola hipertensión) y en mi lógica, simple y obvia de niño de colegio particular que jamás había visto el mundo real, 1 cucharadita de azúcar anula 1 de sal... (no puedo ser el único que pensaba eso), y mi viejo terminó con un café con 3 cucharaditas de sal, y 6 de azúcar, claro que se lo tomó porque no quería herir mis sentimientos, pero yo creo que por eso hasta el día de hoy cuando me habla, no me mira a la cara.

     Entonces me puse a pensar, en cuando era pequeño, y tenía un montón de sueños, esperanzas y mi alma no estaba tan destrozada como ahora, y en esas cosas peculiares, simpáticas o terrible weonas que solía(mos) hacer, espero de verdad, que no haya sido el único que sea algunas de estas y quede como el weón más raro del universo.


  
"Yo no mando":  Alguna vez escuché decir a un sabio anciano (no sé qué viejo de por ahí), que nuestra generación era asquerosamente para delegar responsabilidades, y la verdad es que no lo culpo, y le echo la culpa a esto. Cuando éramos chicos, y estábamos jugando en la calle (o en algún cumpleaños) con algún grupo de amigos (ah sí, en algún momento jugué en la calle, no siempre fui el ermitaño universitario que soy ahora), y estábamos todos en la buena onda, cagaos de risa, hasta que llegaba ese vecino que a todos les caía mal (o el hijo de la amiga de tu mamá que jamás habíai visto y te caia como el orto porque te rompió un juguete la primera vez que interactuaste con él y olía mal) y preguntaba "Puedo jugar?", y uno por dentro como "conchetumadre...no quiero que juegue", pero como nuestras mamás nos enseñó mejor que eso no podíamos ser tan malditos para decirles que no, uno aplicaba el hermoso "eh, yo no mando" y eso te excluía inmediatamente de toda responsabilidad, obvio, tú no iniciaste el juego, tú no podí llegar y meter a alguien, es un mundo civilizado, y hay reglas. Cuando él te preguntaba "y quién manda?" le decía que el loco que estaba más lejos en el patio (así se alejaba de ti) y esto daba inicio a un bucle de "yo no mando" y "quién manda" que terminaba inevitablemente en él llorando con la mamá, mientras ella lo abrazaba pero no decía nada, porque ella tampoco soportaba a su hijo. 


"Por mí y por todos mis compañeros":  Siempre me cargó jugar escondidas, porque sí o sí en algún momento se peleaba, a quién le tocaba pillar después, al que fue pillado primero, o último?, ambos puntos tienen sus pro y sus contras, no existe un consenso universal, ahí es cuando empecé a cachar que a la gente no le importaba divertirse, le importaba ganar, y de a poquito comencé a perder mi fe en el mundo. Increíblemente, eso no era lo que más me llamaba la atención de las escondidas, se imaginan lo simpático pero ineficiente que sería el mudno si el "por mí y por todos mis compañeros" aplicara a todo?, en la u, en el matrimonio, en la política; eh "voto por mí, y por todos mis compañeros". Nonono, el que pensó esto fue un comunista utópico, porque claramente no consideró que su frase de mierda podía hacer colapsar a la sociedad actual, y el mundo como lo conocemos, y no un colapso bueno, un colapso malo. Aunque debo reconocer, lo mejor de esta frase "Por mí y por todos mis compañeros, menos...el aweonao de mierda como cae como el pico". Definitivamente marcaba dominancia. 

"Cómprame esto y no te pido nunca nada más en la vida entera".   Me acuerdo una vez que vi una moto eléctrica (a batería, no sé) y lloré, la quería, no, la necesitaba, intenté negociar con esto, y gracias a dios no me hicieron caso porque en mi familia las promesas se cumplen, estuve a punto de tranzar todo mi futuro material por esa moto. En volá estaría mucho más lejos ahora (haha). 

Cuando era chico tenía una mañana súper extraña (además de chuparme el dedo e invocar a satán para revivir a mi abuelo), me encanta meter lavalozas en una tacita, mezclarlo con agua, revolverlo, metérmelo a la boca y hacer burbujas (como las que uno hace con saliva), era bacán porque salían volando, lo hacía innovador, llámenme loco, en unos años me llamarán revolucionario.

Ah, también una vez fui al baño a hacer del uno con una botella de 2 litros llena de agua, quería ver si podía orinar infinitamente, de nuevo, por la ciencia (no, no se puede). 

En fin, han sido días súper inactivos intelectualmente (gracias a dios) así que no esperen mucho más, si quieren comparten sus anécdotas en la parte de los comentarios y me río de ustedes, si no quieren me da lo mismo, tengo el corazón roto y el estómago vacío, tengo problemas más grandes que ese. y eso. Peace Off. 




PD: A veces esparcía el paté en el pan con la lengua, porque me daba paja usar un cuchillo. cuando era "chico". 


2 comentarios:

  1. yo sigo aplicando la ultima, pero como soy mas realista prometo no pedir nada en todo el año
    wnnn lo de las cucharadas de sal/azucar es lógica pura.

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  2. He compartido tus anécdotas con mi novio porque no he podido parar de reír hasta llorar con esta entrada. Entré de nuevo al blog porque vi una nueva actualización pero parece que sale eliminada, me gustaría volver a ver más entradas pronto!! Un abrazo :)

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